¿Qué nos enseña San Francisco de Asís sobre el cuidado de la creación?

Qué nos enseña San Francisco de Asís sobre el cuidado de la creación

En tiempos donde el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación ocupan titulares, el mensaje de San Francisco de Asís resuena con una claridad que no necesita micrófonos. No fue científico ni activista ambiental. Fue un hombre que eligió vivir con lo mínimo, amar sin medida y ver en cada criatura una chispa del Creador. Su forma de relacionarse con el mundo natural no responde a una moda ni a una estrategia de conservación. Es una espiritualidad encarnada, que transforma la mirada y el corazón.

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La visión franciscana de la naturaleza como familia

Francisco no hablaba de “recursos naturales”. Usaba palabras como hermano y hermana. En su famoso “Cántico de las criaturas”, compuesto en 1225, llama Hermano Sol, Hermana Luna, Hermano Fuego, Hermana Agua. No es poesía decorativa. Es una teología vivida. Para él, todo lo creado está unido por un vínculo de fraternidad, porque todo proviene del mismo Dios.

El Papa Francisco, al presentar la encíclica Laudato Si’, retomó esta visión: “San Francisco nos enseña que la ecología no es solo técnica, sino humana y espiritual” (Vaticano).

Enseñanzas concretas sobre el cuidado del planeta

La vida de San Francisco no fue una teoría. Fue una práctica radical. Estas son algunas de sus enseñanzas más relevantes para quienes buscan una relación más sana con la creación:

EnseñanzaAplicación actual
Vivir con sencillezReducir el consumo innecesario, evitar el desperdicio, valorar lo esencial.
Ver a los animales como hermanosPromover el respeto hacia la fauna, rechazar el maltrato y la explotación.
Alabar a Dios a través de la creaciónReconocer la belleza natural como expresión divina, no como propiedad humana.
Cuidar lo pequeñoNo despreciar lo frágil: desde una flor hasta una fuente de agua.
Rechazar el dominio sobre la tierraAbandonar la lógica de explotación y adoptar una actitud de servicio.

Estas enseñanzas no son recetas. Son invitaciones. Cada persona puede adaptarlas a su contexto, desde una familia que recicla hasta una comunidad que protege un bosque.

El Cántico de las criaturas como manifiesto ecológico

Compuesto en dialecto umbro, el “Cántico de las criaturas” es considerado uno de los primeros textos literarios en lengua italiana. Pero más allá de su valor lingüístico, es un himno que celebra la vida en todas sus formas. El cardenal Gianfranco Ravasi lo describió como “un horizonte cósmico en el que las criaturas son las letras de la creación, que es como un libro abierto” (Catholic.net).

Este cántico no habla de problemas ambientales. Habla de gratitud. Y esa gratitud es el punto de partida para cualquier cuidado auténtico. No se protege lo que no se ama. No se ama lo que no se conoce.

¿Por qué sigue siendo actual su mensaje?

Francisco vivió en el siglo XIII. Pero su forma de vida responde a preguntas que siguen abiertas: ¿cuánto necesitamos para vivir? ¿cómo convivimos con otras especies? ¿qué significa tener dominio sobre la tierra?

En una época marcada por el consumo, la fragmentación y la desconexión con el entorno, su testimonio ofrece una alternativa. No desde el rechazo, sino desde la reconciliación. No desde la culpa, sino desde la ternura.

El sitio Catholicus.eu lo resume así: “Su vida y enseñanzas inspiran a muchos a buscar una relación más simple y amorosa con el mundo, promoviendo un cambio espiritual hacia un respeto más profundo por todas las criaturas”.

Testimonios que revelan su impacto

En comunidades franciscanas de América Latina, el legado de San Francisco no es solo litúrgico. Es práctico. En Cusco, Perú, un grupo de jóvenes franciscanos ha creado huertos urbanos inspirados en su espiritualidad. “No es solo sembrar, es agradecer”, dice uno de los coordinadores.

En Italia, el convento de San Damián ha implementado medidas de eficiencia energética y reciclaje como parte de su compromiso con la “ecología integral”. No lo hacen por moda, sino por coherencia.

Estos testimonios muestran que el mensaje franciscano no está encerrado en libros. Vive en manos que cultivan, en ojos que contemplan, en decisiones que respetan.

La encíclica Laudato Si’ como continuidad de su legado

Publicada en 2015, Laudato Si’ es una de las encíclicas más citadas en temas de ecología. Su título proviene directamente del cántico de San Francisco. Y su contenido recoge muchas de sus intuiciones: la interconexión de todo lo creado, la dignidad de cada criatura, la necesidad de una conversión ecológica.

El Papa Francisco no lo presenta como una novedad, sino como una recuperación. “San Francisco nos muestra que una ecología integral requiere apertura a categorías que trascienden el lenguaje científico y nos conectan con lo humano y lo espiritual” (Vaticano).

¿Cómo aplicar su enseñanza hoy?

No hace falta ser monje ni vivir en el campo para seguir el ejemplo de San Francisco. Estas son algunas formas concretas de hacerlo:

  • Revisar el consumo diario: ¿qué compramos?, ¿qué desechamos?, ¿qué acumulamos?
  • Dedicar tiempo a la contemplación: salir al aire libre, observar sin prisa, agradecer.
  • Cuidar a los animales: desde mascotas hasta especies silvestres, con respeto y responsabilidad.
  • Participar en iniciativas locales: limpieza de espacios públicos, reforestación, educación ambiental.
  • Orar con la creación: no solo por ella, sino con ella, reconociendo su voz y su presencia.

Estas acciones no son grandes gestas. Son gestos cotidianos que, sumados, pueden cambiar la forma en que habitamos el mundo.

Una espiritualidad que toca la tierra

San Francisco no separaba lo espiritual de lo material. Para él, el cuerpo, la tierra, el agua, el fuego, todo era parte de la alabanza. Su espiritualidad no flotaba en las nubes. Caminaba descalza, tocaba la piel del leproso, escuchaba el canto del ave.

Esa espiritualidad encarnada es la que puede renovar nuestra relación con la creación. No desde la culpa ni desde el deber, sino desde el amor.

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