Por Pbro. Edmundo Alarcón Caro
Xenofobia, dícese del rechazo o aversión al extranjero. Aporofobia, rechazo, temor o aversión a los pobres, a los mal situados, a los sin recursos para subsistir.
La xenofobia, aunque existen muchos xenófobos, no es frecuente en nuestro medio; porque contrariamente todos esperamos que lleguen muchos turistas al país, siempre son bienvenidos. Nadie se molesta si llegan al país extranjeros de cualquier lugar por turismo. Tanto desde el gobierno, como desde la ciudadanía, el anhelo es unívoco, porque los extranjeros ponen en funcionamiento la famosa “industria sin chimenea”, que genera divisas. Más aún, lo proyectado para este año es lograr cinco millones de turistas, eso es una buena noticia.
Sin embargo, con la entrada al país de más de 800 mil migrantes venezolanos, que inundan calles, plazas, restaurantes, buses, tiendas, etc., se han activado las alarmas de rechazo al extranjero migrante y pobre, que develan el rostro más oculto de muchos peruanos, los que, con diferentes pretextos, pretenden justificar el cierre de las fronteras. Además, se están estableciendo prácticas que estigmatizan, explotan, excluyen y sacan a relucir sentimientos de desprecio. Obviamente, existe una gran diferencia entre recibir turistas y acoger inmigrantes. Unos traen dinero, los otros no; unos vienen de paso, otros quieren quedarse; unos vienen por diversión, los otros buscando trabajo; unos usan hoteles, los otros alguna habitación precaria.
El rechazo y estigmatización a los migrantes venezolanos no es porque sean venezolanos, sino porque están en situación de precariedad y pobreza. Es lo que se llama aporofobia, término acuñado por Adela Cortina y de reciente entrada en la RAE (2017), que expresa el miedo, rechazo, o aversión al pobre. La aporofobia construye muros de hostilidad, olvidando el valor de la persona y la intrínseca solidaridad humana, es un atentado contra la dignidad humana, lo cual, simplemente resulta inaceptable en un país que se dice mayoritariamente cristiano.
– Publicado el 09 de julio de 2019 en la columna de opinión “Religión y vida” de la edición impresa del diario “La República”.
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