A nivel mundial, ya se han comprado más de 9.800 millones de dosis de vacunas anti COVD-19 (más que los habitantes del planeta). Las han comprado los países más ricos, en una vorágine dictada por el “sálvese quien pueda”. Canadá, por ejemplo, ha adquirido más de seis vacunas por habitante; Estados Unidos, 4,5%; Reino Unido 4,18%; la Unión Europea (y España), 2,44%. El 53% de las vacunas han sido adquiridos por países que cuentan con el 14% de la población mundial. Al parecer, quieren asegurarse de tener vacunas suficientes, por si alguna no funciona o se retrasan las entregas.

¿No estaba claro que ha de haber una solución global para que realmente sea una solución? Si no la hay, los países pobres se convertirán en reservas del virus, y nadie estará libre. La UNESCO ya da por hecho que en esos países el virus no estará controlado como mínimo hasta 2023 ó 2024. Y ello implicará para ellos una ruina económica, ya que también se verán muy afectados por la caída del turismo y del comercio.

99 países, encabezados por India y Sudáfrica, han solicitado a la Organización Mundial del Comercio que suspenda el derecho de propiedad intelectual sobre cualquier tecnología relacionada con el COVID-19. Ese derecho, uno de los más injustos del mundo, permite a las farmacéuticas utilizar y explotar de manea exclusiva sus invenciones (medicamentos o vacunas) durante 20 años desde su concesión. Suspender las patentes permitiría una producción a gran escala suficiente para abastecer mejor el mercado. La OMC se niega, y también los países del Norte.

Permanece la incertidumbre sobre cuándo van a llegar las dosis a los países más pobres. La plataforma Covax, impulsada por la ONU y que se nutre de la ayuda oficial al desarrollo y de contribuciones privadas, aspira a vacunar al 20% de la población de los países más pobres (3.000 millones de personas) en 2021. Cuenta para ello con 2.000 millones de dólares (más de la mitad donados por la Fundación Gates), pero necesita otros 5.000 millones.

Rusia ha anunciado que antes de que finalice el año habrá vacunado a más de dos millones de sus ciudadanos con la vacuna Sputnik V. También ha informado que, pese a que sus competidores en Occidente tratan de desacreditar esa vacuna, ya tiene peticiones de más de 1,2 millones de dosis para unos 50 países, entre ellos India, Corea del Sur, Egipto, Argentina, México y Venezuela.

China, por su parte, ha vacunado ya a más de un millón de ciudadanos, utilizando tres tipos de vacunas, y proyecta vacunar a de 18,5 millones más antes de que finalice el año; y ha reforzado su producción y distribución para el exterior. El presidente Xi JInping, ha prometido que las vacunas chinas serán “un bien público global” y que las pondrá a disposición de las naciones que las soliciten. Las vacunas chinas, más fáciles de transportar y almacenar, y más baratas (unos 25  euros), son más atractivas que las “occidentales” para los países de América Latina, África y el sureste de Asia. De hecho, China ya ha ofrecido 1.000 millones de dólares en préstamos a América Latina y el Caribe para el acceso a vacunas.

Texto de Waldo Fernández Ramos en “Las otras noticias”



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