Por José María Rojo García
¿Acaso no lo hemos puesto muchas veces de ejemplo cuando se nos exigía presentar “un político honesto”? Pues, como él mismo nos ha dicho, todo llega… Y a él le llegó el momento. Ayer nos llegaba la noticia de su renuncia al escaño de senador que lo mantenía unido a la política activa. Y, con la mayor sencillez del mundo, nos dice que un senador no puede serlo en un escritorio sino “en medio del pueblo” donde se juega el partido. Y a él, el coronavirus lo ha expulsado de la política, por adulto mayor y por su otra enfermedad crónica…
Que yo sepa siempre se ha declarado ateo o agnóstico ¡Tiene todo el derecho a decirlo y nosotros el deber de respetarlo tal cual! Y, sin embargo –lo confieso-, pocos como él me habrán ayudado a entender el evangelio. Y es que si algo destaca en la personalidad de Pepe Mujica es que es UNA PERSONA CONSECUENTE. Nada más evangélico: el seguidor de Jesús no es un temporero o un eventual, no, es en todo tiempo y en todo lugar. Nada de “poner la mano en el arado y echar la vista atrás” (Lc 9,62).
Una vez más el papa Francisco, en la “Fratelli Tutti”, nos acaba de insistir en que la política es “el ejercicio supremo de la caridad” ¡Pero nos cuesta creerlo! ¿Quién puede afirmar eso, con la frente alta, viendo el panorama diario de la política en el Perú? ¿Qué ejemplos de políticos vivos podemos poner que evidencien que eso es verdad? Tendremos que salir, como Diógenes, con una linterna buscando…
Afortunadamente, Mujica, al dejar su escaño de senador uruguayo, simbólicamente, ha pasado a ser ciudadano universal. Y de él sí podemos decir: “¡miren cómo vive, no se le ha pegado ni un dólar al bolsillo!, Tiene las uñas completamente limpias…” Da gusto escucharle en todas sus entrevistas, todas sus declaraciones y comentarios… ¡Al pan, pan y al vino, vino! Y con la mayor humildad, sin darse importancia, como lo más natural del mundo…así tiene que ser.
Impresionantes sus palabras en el breve discurso de despedida, después de agradecer a todos, de reconocer que le han hecho demasiados elogios, de aceptar que tiene muchos defectos, dice: “EN MI JARDIN HACE DECADAS QUE NO CULTIVO EL ODIO…” porque “la vida me ha enseñado que eso ESTUPIDITIZA”. El odio nos hace estúpidos, porque no arregla nada.
Es una muy bella forma de entender el “amor a los enemigos” del Evangelio. Jesús no nos dice que no tengamos enemigos (¡Él los tenía y lo mataron!) Jesús lo que nos manda es no odiarlos, sino perdonarlos (“Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”). Mujica lo ha dicho y se ha quedado tan fresco: la vida le ha enseñado y él no quiere ser estúpido…
Sí, le vamos a echar en falta en la política activa. Ojala el Señor nos lo conserve mucho tiempo y el coronavirus no ponga sus ojos en él. Este escrito vale muy poco: por favor, escuchemos atentamente sus palabras y mirémosle a los ojos cuando habla. Pepe Mujica, una vez más, “¡Chapeau!”.
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