(Luis Miguel Modino, Brasil).- Las reacciones contrarias por parte de la Iglesia brasileña contra el Decreto Presidencial que extingue la RENCA, un área de reserva, en la Amazonia, con 46.450 km2, equivalente al territorio de Dinamarca, continúan. Esta vez, siguiendo la actitud de las diócesis de Macapá y Santarem y de Monseñor Corbellini, obispo de Marabá, la REPAM-Brasil y la Comisión Episcopal para la Amazonia, han emitido una nota, que ha sido traducida al inglés, italiano y español, firmada por el Cardenal Claudio Hummes y Monseñor Erwin Kräutler, obispo emérito de la Prelatura del Xingú.
La nota, lanzada este lunes, 28 de agosto, en Brasilia, “viene a repudiar públicamente el anuncio antidemocrático del Decreto Presidencial, altamente dañino, que extingue la Reserva Nacional de Cobre y sus Asociados (RENCA) el último miércoles (23)”, pues “la apertura del área para la explotación mineral de cobre, oro, diamante, hierro, niobio, entre otros, aumentará la deforestación, la pérdida irreparable de la biodiversidad y los impactos negativos contra los pueblos de toda la región”.
Como ya han advertido las notas de la semana pasada, el decreto no respeta la Constitución brasileña, ni los tratados internacionales, y es una prueba más de que “el Gobierno cede ante los empresarios de la extracción mineral que solicitan hace años su extinción y a las presiones del grupo de parlamentarios vinculados a las compañías extractivistas que financian sus campañas”.
La consecuencia de este decreto genocida aumentará “el rastro de destrucción que las empresas mineras brasileñas y extranjeras han dejado en la Amazonia en las últimas décadas”, provocando el “aumento de la violencia, droga y prostitución, aumento de los conflictos por la tierra, agresión descontrolada a las culturas y modos de vida de las comunidades indígenas y tradicionales”.
Esta es una situación que pone de manifiesto que las advertencias del Papa Francisco en la Laudato Si, van haciéndose realidad poco a poco: “hay propuestas de internacionalización de la Amazonia que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones internacionales” (LS 38), ante lo que es necesario que “digamos no a una economía de exclusión y desigualdad, donde el dinero reina en vez de servir. Esta economía mata. Esta economía excluye. Esta economía destruye la madre tierra”.
La nota advierte que éste es un precedente peligroso, “abriendo espacio para que otras pautas sean flexibilizadas, como la autorización para explotación mineral de tierras indígenas, prohibida por el actual Código Mineral”. Ante este peligro, los firmantes de la nota hacen una llamada a la movilización y convocan a los parlamentarios “a denfender la Amazonia, impidiendo que más empresas mineras destruyan uno de nuestros mayores patrimonios naturales”, pues no se puede olvidar que “¡El futuro de las generaciones venideras está en nuestras manos!”.
Una nueva actitud profética, la de la Iglesia brasileña, que últimamente está dejando cada vez más claro que está al lado de los que sufren las consecuencias de las políticas arbitrarias de un gobierno que sólo piensa en llenar el bolsillo a costa de esquilmar un país en el que cada vez queda menos.
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