Por José María Rojo, sacerdote y periodista
Nos llegó una llamada urgente de la diócesis de Lurín-Lima Sur: “dispongan de 5 balones de oxígeno para que los presten, roten y cuando se vacíen vayan a recargarlos a las dos plantas en funcionamiento de Cáritas-Lurín” (hay una tercera en construcción).
Y, por supuesto, al toque, fuimos por los balones. Y es que nos pusimos en los zapatos de esas familias desesperadas de nuestra comunidad porque “se ahoga, se muere el abuelito, la mamá, el tío, el hijo menor…”. Cualquier miembro de la familia puede estar muriendo en casa, puede ser devuelto del hospital o morir a las mismas puertas… Simple y llanamente por no tener un balón de oxígeno. El ofrecimiento-regalo de la diócesis era la mejor noticia que podíamos esperar.
No han pasado 10 días y los balones giran y giran salvando vidas. No tuvimos ni que cacarearlo por las esquinas ni que gritarlo a los cuatro vientos: radio macuto –de boca en boca- se encargó de hacerlo saber gratis. De cajón que escribimos a monseñor Carlos García diciendo que toda la parroquia estaba sumamente agradecida porque habían acertado con el mejor regalo que pudiera pensar la comunidad.
Y echamos la vista un año atrás –inicios de la declaración de la primera cuarentena- y nos volvimos a preguntar indignados: ¿Es que en un año nuestro gobierno no ha podido solucionar el problema del oxígeno? Sí, fue al final de la primera semana de abril de 2020 cuando todo el país escuchó aquel grito desgarrador de Loreto: No podemos respirar, necesitamos oxígeno. Sí, en el mayor pulmón del mundo, la Amazonía, se estaban muriendo por no poder respirar, por falta de oxígeno. Y la indignación, a un año, sigue creciendo.
1)¿Y es que pueden ser insuperables los problemas legales para poder tener todo el oxígeno necesario? ¿En un año nuestro Congreso no ha podido cambiar todas las leyes o hacer otras nuevas para solucionar todas las trabas legales? No ha habido nada más prioritario que la vida de todos y cada uno de los peruanos… ¿Para qué les pagamos?
2) ¿Problemas económicos? Ciertamente el Perú no es Alicia en el país de las maravillas. Pero sí ha habido dinero para cien cosas menos necesarias que el oxígeno. Yo puedo dejar de ir con mi familia a comer un pollo a la brasa una vez al mes o cada tres meses, pero no puedo dejar sin un balón de oxígeno a mi mujer con COVID-19. (Y no quiero poner ejemplos de los empresarios o de los grandes bancos).
3) ¿Problemas tecnológicos? Sí, no somos ni Japón ni Alemania, pero se ha demostrado fehacientemente que no es tan difícil adaptar cantidad de plantas de producir oxígeno industrial para que produzcan también oxígeno medicinal. Y nuestras universidades han demostrado que, en corto tiempo, pueden poner en funcionamiento una planta en cualquier lugar del país. Nuestros ingenieros están a la altura y sobrado.
Entonces ¿cuál es realmente el problema? Lo de siempre, lo del papa Francisco: dónde ponemos el centro si en el lucro y la ganancia (de unos pocos, claro) o en la persona de todos y cada uno de los peruanos. Sí, nuestros gobernantes (estatales, regionales, municipales…) no se ponen en los zapatos de esas familias desesperadas que corren hasta donde haga falta, que pagan lo que les pidan por conseguir un simple balón de oxígeno.
Me decía hace unos días un amigo de Lima Sur –y con toda razón-: hagamos una campaña fuerte para que todos los municipios solo tengan una prioridad: proporcionar oxígeno a la gente. Lanzo el guante.
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