En los primeros 16 días del 2020, ya se han reportado la muerte de 21 líderes sociales y defensores de los Derechos Humanos en Colombia. Ante estos sucesos, la iglesia colombiana se ha sumado a las voces de indignación y ha hecho pública su preocupación.
A través de un comunicado emitido el 16 de enero, los obispos se pronunciaron: “Sentimos inmenso dolor, preocupación y rechazo al recibir, cada día, en lo recorrido de este 2020 noticias de asesinatos de líderes y de amenazas a las comunidades”.
Asimismo, han manifestado su solidaridad con los sobrevivientes, los familiares y seres queridos de quienes han perdido la vida “en esta oleada de violencia y muerte sin sentido”; la Conferencia Episcopal de Colombia ha asegurado su oración y cercanía “a todas las diócesis y comunidades que han sido gravemente golpeadas por la violencia, especialmente a las de los departamentos del Chocó, Cauca, Valle del Cauca, Norte de Santander, Nariño y Arauca“, donde los asesinatos y las amenazas a los líderes sociales no han dado tregua.
“Clamamos de nuevo por el respeto a la vida, que es sagrada y que es el valor primario y fundamental de las personas”, continúan los prelados, haciendo un llamado al gobierno y a la sociedad civil para que “hagamos cuanto sea necesario para evitar que sigan ocurriendo asesinatos, atentados y acciones violentas contra nuestros hermanos y hermanas”.
De modo explícito, el pedido de la Iglesia colombiana se dirige a los recién gobernantes municipales y regionales que acaban de iniciar su gestión el pasado 1º de enero, “para que incluyan en sus acciones de gobierno la protección de las comunidades y de sus líderes”.
Por su parte, la Iglesia asegura que continuará “acompañando, animando y promoviendo a las comunidades, especialmente a las más distantes y a las más desprotegidas”, en este camino de reconciliación.
Fuente: Vida Nueva
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