El Papa Francisco señaló el día de ayer, en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que “No es pecado tener dudas y miedos. El pecado es dejar que nuestros temores determinen nuestras respuestas, condicionen nuestras elecciones, comprometan el respeto y la generosidad, aviven el odio y el rechazo”.
El Papa ha reconocido estas dudas y temores como “legítimos” por parte del que le acoge y por parte del que llega a un país extranjero: “No es fácil entrar en la cultura de los otros, de ponerse en el lugar de las personas diferentes a nosotros, de comprender sus pensamientos y sus experiencias. Así es que a menudo renunciamos a encontrar al otro y levantamos las barreras para defendernos. Las comunidades locales, a veces tienen miedo a que los nuevos llegados perturben el orden establecido, “roben” alguna cosa que hemos construido con sufrimiento. Los recién llegados también tienen miedos: temen la confrontación, el juicio, la discriminación, el fracaso. Estos temores son legítimos, se basan en dudas perfectamente comprensibles desde el punto de vista humano. No es pecado tener dudas y miedos”.
“El pecado es renunciar al encuentro con el otro, con el que es diferente, mientras que esta es, de hecho, una oportunidad privilegiada para encontrarse con el Señor”, añadió el Papa.
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