La Compañía de Jesús, a través del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología (SJES), se mostró muy comprometida durante el ‘Tiempo de la Creación’, iniciativa del papa Francisco con la que pretende que todos reflexionemos en torno a la necesidad de la justicia climática y el cuidado de la Casa Común.

El último gesto se dio el pasado 25 de septiembre con ‘Respirando juntos’, una vigilia global en la que se aunaron la oración y la concienciación sobre la justicia ecológica. Retransmitida de manera virtual en tres husos horarios diferentes, contó con testimonios de comunidades locales especialmente afectadas por este reto global y provenientes de la selva de la cuenca del Congo, la Amazonía y los bosques boreales asiáticos.

Uno de los testimonios más impactantes fue el del jesuita Pedro Walpole, quien, desde la Amazonía, habló de la situación para las comunidades relacionadas con el Océano Pacífico, que “cubre un tercio de la superficie del planeta” y cuyos cambios estacionales provocan tifones y monzones. Unos episodios climáticos que, a causa de la acción del hombre y la consecuente degradación del medioambiente, “cada vez son más extremos”. Lo que provoca un doble efecto: “Inundaciones como nunca antes habíamos vivido y, a la vez, sequías”.

“Estamos talando –lamentó Walpole– gran parte de las selvas del Sudeste asiático, Papúa Nueva Guinea, Kalimantan (Borneo), la Amazonía y, por supuesto, el Congo”. Auténticos pulmones de la Tierra que, sin embargo, son maltratados y “sometidos a una enorme presión”. Algo que, contradictoriamente, compromete al futuro de la humanidad, pues “el aire limpio y oxigenado que es revivido por estas selvas y por los océanos planctónicos nos une. En cada aliento nos conectamos con ellos”.

“Necesitamos urgentemente –remató el jesuita– vincularnos unos con otros, reconociendo las diferencias y la diversidad, pero también los límites en nuestra propia vida y en el planeta. Necesitamos encontrar nuevos caminos para asociarnos con dignidad y equidad. Que Dios nos dé fuerza”.

Desde la selva de la cuenca del Congo compartió su experiencia el también jesuita Rogobert Minani, quien destacó que su privilegiado entorno natural, que cubre una superficie de más de tres millones de kilómetros cuadrados (hasta 14 países africanos la conforman) y está irrigada por el río Congo (que tiene 4.700 kilómetros de longitud), “ayuda a respirar a la Casa Común”.

De ahí su “papel crucial en la lucha contra el cambio climático”, pues origina “la mayoría de las lluvias en el continente” y proporciona “alimentos para más de 85 millones de personas”; sin olvidar que es también “la mayor reserva de biodiversidad en África y alberga miles de especies de plantas, aves y animales”.

Por todo ello, Minani lamentó que “el segundo pulmón del planeta, nuestro hogar, corre hoy peligro”. ¿Las causas? “La deforestación masiva, la apropiación de la tierra y la invasión de empresas mineras, que contaminan ríos y arroyos”. ¿Las consecuencias? “Nuestro hogar está agonizando”.

Fuente: Vida Nueva



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