Por P. José María Rojo
Hace dos semanas ¿sorpresivamente? entró en erupción el volcán que había bajo las cálidas arenas iqueñas. Lo pongo en interrogación porque para algunos no fue ninguna sorpresa. Viví a pocos cientos de metros de uno de los lugares donde la “la lava con ropa de policía y de trabajador/a agrario/a” trataba de adueñarse del cauce que formaba la panamericana sur, en la misma ciudad de Ica. Y escuché muchas madrugadas el claxon de los camiones cargando gente a granel para llevarla a las chacras a trabajar. ¡Afortunados/as los/as elegidos/as pues aseguraban el pan de sus hijos para el día siguiente! Otros tendrían que esperar.
Nunca olvidaré aquel día 13 de diciembre de 1975 –mi primer día en Perú- en el que viajé desde el aeropuerto J.Ch. a la ciudad de Ica. Aquel enorme desierto y aquel inmenso mar de arena, La Pampa de Villacurí, que tanto me impresionaron. Quien viaje hoy en el segundo piso de uno de los modernos buses verá algo completamente distinto: un mar de espárragos, tomates, páprica, uvas de mesa, alcachofas, cítricos.
Todo verde. En el desierto iqueño se ha hecho realidad la vieja profecía del profeta Isaías: “la pampa de arena reverdecerá y florecerá”. Y sin verse ríos ni lagunas, ni canales de agua. Ésta estaba debajo de la arena: hace 45 años a unos 50 metros de profundidad, hoy a 150. Cientos de pozos con potentes motores la elevan día y noche a la superficie, utilizando después los más modernos sistemas de riego.
Y miles de trabajadores han llegado desde distintos lugares (más de la vecina sierra) y han plantado sus cuatro esteras en los nuevos asentamientos humanos en el norte de Ica y en los alrededores de Guadalupe. Y es que los sucesivos gobiernos se ufanaron de presentar el valle de Ica como uno de los “lugares modelo del nuevo Perú”, donde casi no hay desempleo. En parte verdad –es la cara de la moneda- Y muchos miles de soles han llegado a las familias mejorando poco a poco las viviendas.
Cruces hay muchas. Comenzando por los miserables salarios, el maltrato a los trabajadores bajo un sol inclemente, la bien reducida cobertura de seguros (¡prohibido enfermarse, quien se enferma no trabaja y no come!). Padre y madre todo el día fuera de casa, los hijos al cuidado de un/a hermanito/a mayor: alimentación fría, descuido en la salud, nulo acompañamiento en los estudios… Y riesgos de accidentes, violaciones, embarazos y abortos…Y un largo etc. ¡Mayores ingresos no equivalen a mejor calidad de vida, en muchos casos!
Eso demostraron fehacientemente estudios de la Comisión de Derechos Humanos de Ica, desde hace décadas. Como también demostraron la permanente bajada de la capa freática, la mayor profundidad de los pozos, la imposibilidad de los pobres para mantener su chacrita, la concentración de tierras y de capitales, la ganancia de unos pocos… Y el peligro real de que en pocos años se acabe el agua, el capital –que no tiene patria- emigre a otros lugares mejores y vuelva el desierto a adueñarse del inmenso campo iqueño.
Sí, está a punto de repetirse la historia del guano y del salitre, del caucho, de la anchoveta… Ahora sería el agua. Y, ya lo dice también Rodrigo Montoya, por ahora es pura ilusión pensar en trasladar agua de la vertiente atlántica para la costa del pacífico (“vestir a un santo para desvestir a otro”). Es más fácil que el capital se retire o emigre. También dice lo que todos callan: con la derogada ley Chlimper los empresarios pagaban solo el 15% de impuesto a la renta, en lugar del 30 y “robaron” eso 20 años al estado, es decir, a todos los peruanos.
La semana pasada erupcionó el volcán sin que nadie pudiera impedirlo. Es más, surgieron otros cráteres en la costa Norte y la lava se tiñó de sangre. El Congreso –populista y oportunistamente- de un carpetazo borró la famosa “Ley Chlimpler” (hecha a su propia medida y la de sus amigos empresarios agrícolas) y quedamos a la espera de una nueva ley más justa para los campesinos de la agroindustria. El gobierno de Vizcarra la había prorrogado hasta el 2031 y eso era demasiado. Esperemos.
(No dejen de leer el artículo de Rodrigo Montoya del 05-12-20 “Navegar Río arriba”, describe todo mejor que yo).
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