Recogemos declaraciones de la hermana Pamela Robles de la Veeduría contra Trata de Personas.

En Puerto Maldonado, el papa Francisco ha condenado fuerte el drama de la trata de personas que afecta la vida de niños, niñas, adolescentes y mujeres. La ha calificado de “esclavitud para el trabajo, esclavitud sexual, esclavitud para el lucro”. Pamela Robles, religiosa chilena de las Dominicas del Rosario, parte del equipo de la Veeduría de Trata de Personas, nos comenta sus impresiones de lo dicho por el Papa.

“Gustó el mensaje porque fue directo a los problemas de minería, pueblos indígenas y trata de personas”, declaró la hermana Pamela. Su clamor de no hacernos los distraídos y no caer en la complicidad, dicho en el Coliseo delante de las comunidades amazónicas, le dijo mucho a aquellos comprometidos con el tema. “Me siento escuchada. Le llegó la información que le enviamos. Ha llegado a conocer el problema”, nos dijo Pamela.

La religiosa dominica nos recordó que, además del abuso sexual, la trata tiene un rostro de explotación laboral. Existen mujeres que van como cocineras a los campamentos de minería ilegal y son estafadas, porque la falta de un contrato lleva a que no se les pague o se les retenga más tiempo del acordado. Otro problema es el de hombres desaparecidos en los enclaves mineros a los que nadie está buscando y de los que nadie da respuesta. Cuando el papa habla de “esclavitud laboral” está retratando la complejidad del problema.

En su visita al Hogar El Principito, Francisco conoció a varios niños y niñas que son hijos de mujeres que han sufrido trata o, aún más grave, han sido rescatados de esas redes. Por ello, destaca el papel de la Veeduría de Trata de Personas, integrada por organizaciones de la sociedad civil, la mayoría de las cuales son hogares a cargo de congregaciones religiosas. La Veeduría es un espacio de intercambio de experiencias y articulación de fuerzas. Por ejemplo, hay esfuerzos conjuntos con Promsex y CHS Alternativo que trabajan en prevención de embarazo adolescente conectándolo con el tema de trata.

Estas organizaciones integran la Comisión del Gobierno Regional sobre el tema, desde donde ejercen presión para que el Estado se haga responsable del problema. Hay un tema concreto que preocupa: la casa de acogida administrada por el Estado está muy cerca de La Pampa, y muy distante de la ciudad, lo que dificulta que reciban atención médica y psicológica adecuada. Para la hermana Pamela, el lugar “en vez de hogar a veces parece más una cárcel”. Los recursos económicos y el personal profesional son escasos. Además, las intervenciones de rescate suelen ser a medianoche y durante fines de semana, cuando varios servicios estatales no funcionan. “El Estado solo atiende de lunes a viernes, y no hay quien se haga cargo”, enfatiza la religiosa.

La Iglesia de Puerto Maldonado está muy comprometida con el tema. Pero, para Pamela, el mensaje del papa les dice que “a nivel de Iglesia sigue siendo un desafío visibilizar el problema para que más gente se entere”. El gran reto es ofrecer alternativas para las víctimas para que reconstruyan sus vidas comenzando porque tengan posibilidades de no quedarse a medio camino en su educación.

Para la hermana Pamela, el problema de la trata pasa también por denunciar la violencia contra las mujeres, porque “nosotras no somos objetos, y ese pensamiento está muy difundido en Puerto Maldonado”. Por eso, hay colaboración con la coordinación de Ni una Menos en la ciudad, porque un reto pendiente está en educar a varones y mujeres en un respeto mutuo por el otro. Nuevamente, esa realidad la recogió el papa al decir que “no se puede ‘naturalizar’ la violencia contra las mujeres, sosteniendo una cultura machista que no asume el rol protagónico de las mujeres dentro de esas comunidades”, en el Instituto Superior Basadre. Y fue más allá cuando, en la plaza de Trujillo, ha condenado el feminicidio.

Francisco visibiliza la lucha contra la trata de personas en Puerto Maldonado.doc



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