“Les ruego que recen conmigo al Dios de la paz para que cese el ruido de las armas y se encuentren soluciones en la mesa del diálogo. Sólo así la población martirizada de ese país -hombres, mujeres, ancianos y niños- podrá regresar a sus hogares y vivir en paz y seguridad con pleno respeto mutuo”.
Así, el pasado domingo 15 de agosto, el Papa Francisco, se sumó a “la preocupación unánime por la situación en Afganistán”, donde los talibanes se han apoderado ahora también de la capital, Kabul.
Y es que el avance de los combatientes en el país ha sido inexorable. Los helicópteros aterrizan cerca de la embajada estadounidense en la capital mientras los vehículos diplomáticos salen del complejo. Con la capitulación de Mazar-i-Sharif, Maymana y Jalalabad -la quinta ciudad más grande de Afganistán- el número de capitales de provincia que han caído en manos de los talibanes ha aumentado a 26.
La mayoría de las ciudades se rindieron sin luchar. Avanzando a gran velocidad, los talibanes consiguieron controlar todos los pasos fronterizos de Afganistán y el aeropuerto de Kabul quedó como única vía de salida del país. El ministro del Interior paquistaní, Sheikh Rashid Ahmed, confirmó que los talibanes habían conquistado el lado afgano del paso fronterizo de Torkham, el último que había permanecido bajo control gubernamental.
Por su parte, el número de soldados enviados por Estados Unidos a Kabul para organizar la evacuación del personal de la embajada estadounidense ha pasado de 3.000 a 5.000. El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony J. Blinken, habló ayer con el Presidente de la República Islámica de Afganistán, Ashraf Ghani, sobre la evolución de los acontecimientos en Afganistán.
Ambos, según el portavoz de Blinken, Ned Price, hablaron de la urgencia de los esfuerzos diplomáticos y políticos en curso para reducir la violencia. El Secretario hizo hincapié en el compromiso de Estados Unidos de mantener una sólida relación diplomática y de seguridad con el gobierno de Afganistán y “nuestro continuo apoyo al pueblo afgano”. El Presidente Biden declaró que había heredado esta guerra y señaló: “No quiero, ni quiero, pasar esta guerra a mi sucesor”.
La crisis en el país asiático hace que se cumplan trágicamente las preocupaciones expresadas por los religiosos in situ, en particular por el padre Scalese, que había lanzado un sentido llamamiento a todos los cristianos para que recen a fin de que el dolor de la guerra no continúe entre la población, ya agotada.
Fuente: Vatican News
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