La basílica de San Pedro del Vaticano será el lugar donde el papa Francisco presida las principales celebraciones litúrgicas de esta Semana Santa. Un tiempo que se ha abierto con la misa del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, en la que han acompañado (presencialmente) al pontífice algunos cardenales, los superiores de la Secretaría de Estado y “una participación limitada de los fieles”, según la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas.
“La gente espera para la Pascua al libertador poderoso, pero Jesús viene para cumplir la Pascua con su sacrificio. ¿Qué le sucedió a aquella gente, que en pocos días pasó de aclamar con hosannas a Jesús a gritar “crucifícalo? En realidad, aquellas personas seguían más una imagen del Mesías, que al Mesías real. ‘Admiraban’ a Jesús, pero no estaban dispuestas a dejarse ‘sorprender’ por Él”, apuntó.
Y es que, señaló el Papa, “también hoy hay muchos que admiran a Jesús, porque habló bien, porque amó y perdonó, porque su ejemplo cambió la historia. Lo admiran, pero sus vidas no cambian. Porque admirar a Jesús no es suficiente. Es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro”. Un Jesús que llega “a la gloria por el camino de la humillación”.
“La vida cristiana, sin asombro, es monótona. Si la fe pierde su capacidad de sorprenderse se queda sorda, ya no siente la maravilla de la gracia, ya no experimenta el gusto del Pan de vida y de la Palabra, ya no percibe la belleza de los hermanos y el don de la creación. Nosotros ¿somos capaces todavía de dejarnos conmover por el amor de Dios? ¿Por qué hemos perdido la capacidad de asombrarnos ante él?”, interrogó.
Ante la posibilidad de “que no nos hemos abierto al don del Espíritu, que es Aquel que nos da la gracia del estupor”, el Papa invitó a dejarse “sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Y en la belleza de amar”.
“Con la gracia del estupor entendemos que, acogiendo a quien es descartado, acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está allí, en los últimos, en los rechazados, en aquellos que nuestra cultura farisaica condena”, sentenció.
Fuente: Vida Nueva
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