La Conferencia de Obispos de Ecuador se pronunció -el pasado 5 de octubre- frente a la masacre de Guayaquil, donde 118 reclusos perdieron la vida por enfrentamientos entre bandas rivales por el control de uno de los pabellones.

“Mientras las autoridades investigan las causas y las consecuencias y buscan las soluciones, nosotros, como creyentes en el Dios de la Vida, queremos alzar nuestra voz para decir, como dijera San Oscar Arnulfo Romero: ‘Cesen las muertes, callen las armas, deténgase este aparato de muerte que nos acosa’”, dijeron.

Además hicieron un llamado “a los hombres y mujeres de buena voluntad a valorar la vida humana, a tomar conciencia de que el ser humano no es un objeto desechable o descartable, algo que se puede usar y botar”.

“Si somos conscientes de la dignidad de la naturaleza humana, tendremos la certeza de que el corazón de las personas e instituciones no puede corromperse”, por ende “este llamado se extiende también a las autoridades que tienen la responsabilidad de buscar la paz social como base para el progreso económico”.

“El alto número de fallecidos es un precio muy grande para mantener un negocio de muerte y dejar impasible a una sociedad que se siente temerosa, acongojada e impotente; que corre el peligro de exigir más muertes pensando con ello en su seguridad individual”, advirtieron.

Fuente: Vida Nueva



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