Por Edmundo Alarcón
La elección de Mons. Miguel Cabrejos en la presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) es una buena noticia para el Perú y para la iglesia peruana. Es la primera vez que un peruano preside este Consejo, instancia que tiene 64 años de recorrido, aunque no podemos soslayar que la presencia y participación peruana ha sido siempre bastante significativa y fundamental. Por eso, sabemos que Mons. Miguel Cabrejos, con su vasta experiencia y sapiencia, sabrá dinamizar y ensanchar el camino recorrido. Un camino que expresa con nitidez el significado de la sinodalidad, (syn – odos = caminar juntos), que caracteriza a la Iglesia y que implica corresponsabilidad y participación del Pueblo de Dios en la vida y misión de la Iglesia.
De ahí que el camino seguido en Río, Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, retrata con claridad la voluntad constante por caminar lado a lado, como iglesia peregrina y samaritana; con aciertos y errores, pero con una preocupación fundamental: el deseo de caminar del lado de los más pobres y desfavorecidos. Esta pretensión tiene su punto máximo de inflexión en Puebla (1979), cuando hace 40 años la iglesia latinoamericana hizo suya la ineludible y existencial opción preferencial por los pobres, que tiene en Gustavo Gutiérrez, sacerdote peruano, a su principal referente.
Por eso, hablar del Celam es no perder de vista la andadura de la iglesia latinoamericana; es admirar su proceso de crecimiento y maduración; es gozo celebrativo por el aporte hecho a la iglesia universal; es memoria agradecida por tantos pastores, religiosos, religiosas y laicos (as) que dieron y dan vida a una iglesia profética, autóctona y con rostro propio; es vivencia existencial y de fe del pueblo de Dios.
– Publicado el 26 de mayo de 2019 en la columna “Religión y vida” de la versión impresa del diario “La República”
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